domingo, 29 de diciembre de 2013

Los visionarios del Cúa


Antonio Guerra, un industrial berciano
con visión de futuro

LA historia de la familia Guerra y de su impulso al desarrollo de la industria vinícola berciana ya ha sido contada por los historiadores, pero está poco explotada por la literatura, salvo en los apuntes de su primo lejano, Raúl Guerra Garrido. 

Detrás de esa marca habría por lo menos una novela que combinaría la épica empresarial con el tono moralizante del auge y caída de un visionario en una pequeña villa de provincias como Cacabelos, convertida en un Macondo del noroeste en el que lo mismo se inventa la cuadratura del círculo que se desafía con chulería rural al poderío de una multinacional.

En la primera mitad del siglo pasado, un industrial con visión de futuro llamado Antonio Guerra fue capaz de entender el potencial del vino berciano mucho antes de que se inventaran las denominaciones de origen, las bodegas de diseño arquitectónico, el turismo enológico y la poética de las contraetiquetas. 

Aplicando novedosas técnicas de marketing cuando probablemente no se había inventado ni siquiera ese término, Guerra, como el gitano Melquiades del relato de Márquez, mostró al mundo las virtudes de los caldos nacidos al pie del Camino de Santiago, en las colinas soleadas que esconden tesoros romanos y visigóticos.

Dicen que el primer rótulo luminoso instalado en la Puerta del Sol anunciaba Vinos Guerra, antes de que el cartel de Tío Pepe peligrara por la invasión del inventor de Apple. Todavía se conservan discos de 78 revoluciones por minuto con grabaciones de jingles que anunciaban a ritmo de pasodoble el anís Bergidum Guerra cuando nadie en este país triste había imaginado que se pudiera vender un desayuno con una canción pegadiza.

Pero su mayor éxito fue también el origen del desastre. Guerra comercializó un refresco llamado ColaYork que puso en jaque a la todopoderosa industria norteamericana de la burbuja. Un ejército de abogados de la Coca Cola cayó sobre el inquieto industrial cacabelense, al que acusaron de plagiar la fórmula celosamente guardada en una caja fuerte en Atlanta. El imperio del visionario del Cúa se vino abajo.

La historia tiene todavía su epílogo. La decadencia coincidió con la aparición de un heredero vivales cuyas aventuras dan para otro volumen del género picaresco que haría las delicias de Eduardo Mendoza. La pista familiar se pierde en una isla del Caribe donde un descendiente del visionario lee el futuro en el tarot para una televisión local.

Ahora se ha sabido que Bolivia anuncia el fin de la Coca-Cola el próximo 21 de diciembre, en una decisión en sintonía con los arcanos del calendario maya que festejará nada menos que “el fin del capitalismo”. Antonio Guerra aplaudirá el momento desde la parcela celestial reservada a los visionarios del Cúa.

Fronterizos. Diario de León (3, agosto, 2012)

domingo, 22 de diciembre de 2013

El doctor Reis

En Lisboa llueve hacia arriba y los raíles de los tranvías forman
riachuelos que bajan hacia el Tajo abrillantando adoquines
(foto: misiglo.wordpress.com)













ESTÁ el doctor Ricardo Reis sentado en su habitación del hotel Bragança, en la Rua do Alecrim. Es 1935 y en Lisboa llueve hacia arriba y los raíles de los tranvías abandonados forman riachuelos transparentes que bajan hacia el Tajo abrillantando adoquines. En Lisboa los relojes giran hacia la izquierda y en los tejados crecen flores humildes y gatos que cantan un fado triste.

Aquí hay que ponerse gafas de sol bajo el paraguas porque la luz es intensa hasta cuando llueve. Aquí los trenes se deslizan sobre el agua que no es río ni mar. Aquí se suben cuestas de hierro y se bajan calzadas deslizantes que huelen a sardinas asadas. 

Aquí vende el mejor bacalao del mundo el nieto del hechicero que olvidó el lenguaje de la piedra. Aquí bebió el poeta de los cien nombres y quedo condenado a la inmovilidad del bronce. Aquí los caniches tocan el acordeón bajo los arcos de imperios desaparecidos y las guías turísticas son un recuento de cadáveres.

Un recuento ahora incompleto, una lista en la que falta el hombre paradójico, melancólico y sobrio que murió en la isla de los volcanes soñando revoluciones pendientes e intentando reducir en un libro la explicación de un mundo ya inexplicable, caduco y decadente.

Muchos descubrimos con Saramago nuevas razones para amar un país digno y pobre, pequeño y elegante, atlántico e iberista. Muchos seguimos encontrando en los vecinos del oeste un tierra cercana y amistosa pero aún desconocida y despreciada. Muchos hemos subido en tranvía hasta el Cementerio dos Praceres acompañados por Ricardo Reis, pendiente de las noticias de la República Española.

El doctor Reis, el último día de 1935, ve llover en Lisboa, piensa en dioses que no saben nada y ve por la ventana una pareja que se besa por azar: «esos son los mejores besos, los besos sin futuro». Y desde la ciudad más hermosa del mundo el nieto del campesino de Azinhaga se despide con un sencillo até amanhá.

Fronterizos. Diario de León (20, junio 2010)

viernes, 20 de diciembre de 2013

Todo para los pobres


Cuántos Plácido se podrían rodar a beneficio de los
desheredados de la tierra, agradecidos por convertir
un derecho en caridad


SE iba a llamar Siente un pobre a su mesa pero la censura no permitió un título tan explícitamente provocador. La idea inicial de Berlanga era contar un banquete navideño en el que los ricos invitaban a los pobres: los primeros se comían las pechugas y los segundos las alas del pollo.

La incorporación al guión de Plácido del maestro Rafael Azcona agrió el tono cómico inicial y convirtió el pellizco malvado de Berlanga en una obra maestra de eso que llamamos “humor negro”. Ese que dibuja una línea entre Quevedo y Buñuel, con estaciones en Goya, Solana, Valle, el mismísimo Gila o el propio Azcona.

No sé si la recuerdan. En una ciudad de provincias se organiza una subasta de pobres, que serán acomodados en la cena de Nochebuena de las familias burguesas. En esa opereta por la que desfila un surtido rosario de pretenciosos y mediocres personajes, Plácido es un pobre infeliz contratado para participar con su motocarro en la burda cabalgata benéfica, una tarea que se le complica al vencerle la primera letra del vehículo con el que intenta ganarse la vida.

Recuerdo siempre esta película cuando se acerca la Navidad. Es la época en la que más gustan los pobres. “Pero nos gustan para la caridad: la justicia social nos la hemos pasado por el arco de triunfo desde hace décadas”, dice mi amigo Jesús Arbués en una de sus extraordinarias filípicas del universo digital. “Todo para los pobres, pero sin los pobres. Por las mañanas les hacemos firmar unas condiciones en la hipoteca que no se le hubieran ocurrido a los trileros de las Ramblas, los engañamos con la estampita de las preferentes y luego los desahuciamos como mafiosos. Pero, eso sí, por las tardes les llevamos alimentos a punto de caducar”.

Todo para los pobres: un juzgado catalán condena a un año de cárcel a un mendigo que robó una barra de pan tras agarrar de la bata a la dependienta. Siempre pensando en los pobres: mientras cuatro millones de hogares en España sufren la llamada pobreza energética, en enero volverá a subir la luz un pico y las cuatro grandes compañías del sector acumulan un beneficio indecente.

Cómo nos preocupamos de los pobres: en Alcalá de Guadaira fallecen tres personas con serias dificultades económicas después de ingerir alimentos, al parecer, caducados. Qué bien nos ocupamos de los pobres: en Ponferrada, el número de familias atendidas por Cáritas se ha incrementado en un 30% en este mismo año.

Y con tanto pobre donde elegir, qué espléndidos nos llegamos a poner, cuánto artista dispuesto a contribuir a la causa, que de galas, desfiles, cenas, carreras y ceremonias varias. Cuántos Plácido se podrían rodar a beneficio de los desheredados de la tierra, agradecidos por convertir un derecho en caridad.

Fronterizos. Diario de León (20, diciembre, 2013)

martes, 17 de diciembre de 2013

Imaginar un Bierzo


Imaginar, de momento, es barato y no paga impuestos
NO es fácil plantearse una alternativa económica a la minería en nuestra tierra. Una alternativa capaz de sostener el empleo o la participación en el PIB en términos similares a los de la actividad sobre la que ha pivotado nuestra vida en el último siglo. Pero como empeñarse en no reconocer que el carbón tiene fecha de caducidad muy próxima conduce inevitablemente a la melancolía, quizá haya llegado el momento de imaginarse un Bierzo sin minería. 

Un Bierzo, por ejemplo, literario. Una tierra capaz de convertir la palabra heredada en riqueza, donde los libros huyan de los anaqueles polvorientos de las bibliotecas e invadan los valles que caen al Sil, donde cada verano se den cita los mejores escritores del mundo y acudan gentes a compartir versos, a escuchar las músicas de un mundo pluricultural ansioso de encontrarse en el otro. 

Sería un Bierzo volcado a la literatura donde encajarían otras artes que transforman las historias en imágenes, en movimiento, en sonido. Sería un Bierzo abierto al mundo, cumpliendo así la misión que el Camino le encomendó hace siglos, donde convivirían lenguas, razas y pensamiento.

Un Bierzo, tal vez, de la memoria. La imaginación creativa de César Gavela ya lo ha sugerido en alguna ocasión en estas mismas páginas. Un Bierzo sobre el que caería la luz de las oscuras historias de los resistentes, de los que no renunciaron a la dignidad y pagaron su desafío con la muerte, con el exilio o con la usura en el recuerdo. Pero también un Bierzo en el que volverían a tener presencia los pueblos malditos que aquí vivieron, a los que expulsamos hace quinientos años y que han conservado en sus apellidos los topónimos de su origen como marca de fuego escrito en el propio nombre.

Un Bierzo verde. Un Bierzo consciente de su riqueza medioambiental, dispuesto a explotarla racionalmente y a transformar la tierra en recursos sostenibles. Un Bierzo que busque ampliar las posibilidades agroindustriales y ganaderas, de bosques umbríos, de ríos sanos, de caminos donde crezca el musgo y sendas hacia cumbres frías y limpias. 

Un Bierzo de la inteligencia, donde las nuevas generaciones puedan devolver en forma de ideas, de proyectos, de iniciativas, la inversión que hemos hecho en su formación técnica y humana. 

Un Bierzo optimista, que reciba un turismo interesado en el hallazgo feliz, en la sorpresa de lo sencillo y natural, en el respeto hacia el patrimonio, la gastronomía y la tierra.

Palabras vacías, pensarán algunos. Visión utópica apegada a lo idílico, dirán otros. Alejado de la realidad, opinarán casi todos. Probablemente no les falte razón, pero el poeta nos enseñó que todo lo que existe ha sido alguna vez imaginado. E imaginar, de momento, es barato y no paga impuestos.

Fronterizos. Diario de León (28, enero, 2011)

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Consejos del médico


"Prohibido fumar", del maestro Quino

SE lo leí a Herta Müller: “En la Rumanía de Ceausescu la palabra maleta era un término emotivo, porque era un sueño colectivo de la gente que abandonaba el país y la palabra maleta sugería ese deseo, y por tanto irritaba al régimen”. 

En el Bierzo, dicen las estadísticas, en el último mes han contabilizado 26 desempleados menos, 207 en la provincia y 2.474 en todo el país. Ya solo quedan algo menos de cinco millones de personas registradas en las oficinas de empleo.

La industria de la maleta ha tomado nota y ajustado la producción a las previsiones de demanda. Fuentes jurídicas solventes aseguran que, de momento, se puede decir “maleta” sin que ello conlleve una multa en aplicación de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana. “Esto no es la Rumanía de Ceausescu”, ha asegurado un portavoz del ministerio de algo.

Un incendio en una nave industrial del próspero norte italiano mata a siete trabajadores chinos que, junto a miles de conciudadanos, fabrican prendas de moda para el mercado europeo durante 16 horas al día, siete días a la semana, por un salario de un euro a la hora, más el derecho a dormir en un camastro. No se especifica si el cuenco de arroz va por cuenta del contratante o del contratado.

Las principales firmas de moda europeas se han apresurado a presentar su nueva línea de primavera, que lucirá un discreto crespón negro en las prendas como señal de duelo. Se estudia aplicar un incremento salarial a los trabajadores del sector. No está claro si pagadero en yuanes o en vales para fideos.

Expertos en arte contemporáneo viajarán próximamente a Fabero para valorar la intervención realizada en la estatua dedicada al minero, pintada de negro sobre su pátina de bronce original. Uno de ellos ha asegurado que “es posible que estemos ante una novedosa propuesta artística en la que, a través del gesto performático del brochazo negro, se resume a la perfección un concepto tan extremadamente complejo como el de la decadencia de la minería”. Se desmiente, eso sí, que el párroco de Borja, especialista en gestión del patrimonio tras el caso del Ecce Homo,  haya ofertado al municipio berciano un plan de explotación comercial para la renovada escultura minera.

Hoy se celebra el 35 aniversario de la Constitución. Con tal motivo, los ayuntamientos invitan a un vino (español, por supuesto), el gobierno alaba la vigencia del texto y la oposición pide su reforma. “Es que en el último retoque, el de agosto de hace dos años, se nos escapó una tilde”, ha explicado un portavoz socialista.

Mi médico me ha aconsejado dejar de fumar. “Cuando escribo necesito el cigarrillo”, le expliqué. “Pues deja de escribir”, me contestó, sin atisbo de ironía.

Estoy pensando en hacerle caso. En lo de escribir, digo.

Fronterizos. Diario de León (6, diciembre, 2013)