sábado, 25 de enero de 2014

La banalidad del mal

Antonio Gómez Ortega optó por ponerse 
del lado del estafado, no del estafador
Foto: Diario de Jaén

UNA reciente película de Margarethe Von Trotta ha vuelto a poner el foco en la obra de Hannah Arendt. Especialmente en su meditación sobre el concepto de la “banalidad del mal”. Arendt cubrió para una revista americana el juicio al coronel nazi Adolf Eichmann en Jerusalén y la publicación de su trabajo levantó una enorme polvareda política e intelectual.

La escritora norteamericana describió a Eichmann no como un malvado demonio, sino como un hombre corriente con un desarrollado sentido del orden que había hecho suya la ideología nazi, con su inherente antisemitismo, y que la puso en práctica con disciplina y aplicación. Encargado de organizar la logística del transporte de la población judía hacia los campos de concentración, cumplió las órdenes con obsesión estadística y el esmero y la precisión de un burócrata ejemplar.

“No penséis que el mal se oculta en criaturas extraordinarias: el mal se puede cobijar en un individuo tan banal y normal como Eichmann, que se limitaba a hacer lo que le ordenaban porque ese mundo rígido, ordenado y cotidiano le daba seguridad” explica Jesús Ferrero enjuiciando esa tesis.

Me vino a la cabeza el asunto estos días, después de conocer el caso de Antonio Gómez Ortega, una especie de envés de Eichmann. Antonio dirigía una oficina de Caja Madrid. Siguiendo instrucciones superiores y usando la confianza ciega de los pequeños ahorradores en los directivos bancarios de provincias, se convirtió en un espléndido vendedor de preferentes, colocando más de dos millones de euros en estos tóxicos productos de cuya letra pequeña, confiesa Antonio, ignoraba tanto como los propios compradores.

Antonio empezó a sospechar algo raro cuando uno de sus clientes le pidió el reintegro de la inversión y la entidad se hizo la remolona. Resolvió este primer caso usando de su trato personal con el entonces presidente Blesa, pero también comenzó a ayudar a sus vecinos a recuperar el dinero enterrado en el tocomocho bancario y a aconsejarles que no lo metieran en lo que ya era un agujero sin fondo.

Caja Madrid premió esta buena acción poniendo a Antonio en la calle. Y esta vez no sirvió de nada su relación con Blesa, que jamás contestó la desesperada petición de intermediación del empleado despedido a través de un correo electrónico ahora conocido, integrante de lo que ya es un clásico del microrrelato judicial.

Al contrario que Eichmann, fiel cumplidor de las órdenes independientemente de su contenido moral, Antonio cumplió con su trabajo hasta que optó por ponerse del lado del estafado, no del estafador. Antonio se alejó del mal a tiempo y pagando un alto precio. Me pregunto cuánto mejor nos iría si, como Antonio, fuéramos capaces de luchar contra la banalidad del mal.

Fronterizos. Diario de León (24, enero, 2014)

sábado, 18 de enero de 2014

El aburrimiento del expresidente


Tan aburridos estamos que cualquier día los aburridos saldrán  
a la calle a levantar los adoquines de obras innecesarias. 
Y ese día no nos vamos a aburrir.


FELIPE González se aburre. El señor expresidente va a dejar su puesto en el consejo de administración de Gas Natural. Ha dicho que lo hace "no porque haya incompatibilidades, sino porque es muy aburrido". 

Se aburre el señor expresidente. Y estamos todos desolados. Y todos entendemos que, efectivamente, deben ser muy aburridas tantas horas calentando sillón, castigando hemorroides, escuchando informes abstrusos sobre costes y beneficios escondidos en el recibo de la luz a cambio de apenas 130.000 euros de nada. Qué mal se paga el aburrimiento.

Ya se sabe que mal de muchos, epidemia. Pero quizá le consuele al señor expresidente saber que hay muchos españoles tan aburridos como él. Creo que incluso más. Y la mayor parte, además, se aburren gratis. 

Hay unos cuantos millones que leen el periódico de ayer en la cola del paro y ya no pueden soportar el aburrimiento de tanto mensaje de esperanza que se contradice con lo que ellos están sufriendo a diario. Empiezan a sospechar que todos los datos positivos de la macroeconomía no van con lo suyo, que cuando encuentren algo será con un contrato precario, un sueldo ínfimo y unas condiciones de vasallo medieval. Y, claro, se aburren.

Hay varios millones más que ya no saben cómo mantener con vida sus comercios o esas pequeñas empresas que son las que sostienen la economía real y para las que sigue cerrado el crédito, mortecino el consumo y congeladas las salidas.

Hay otros tantos que no acaban de entender por qué no avanzan las medidas de ejemplaridad que ajusten a lo razonable los privilegios políticos, que metan en cintura a los poderes económicos que causaron esta catástrofe, que generen tejido democrático entre los ciudadanos, que busquen esas cuotas de igualdad social tan laboriosamente ganadas a base de sacrificio, reivindicación y tiempo. 

Hay muchos que están ya hartos de los que manejan como un cortijo particular el poder y usan  presupuestos y ordenanzas como su caja de galletas con la que premiar a los fieles y castigar a los críticos. Que ya no soportan más a tanto falsario trincón parapetado tras un puesto electo, a tanto hipócrita vestido de Armani, a tanto mangante escoltado por ejércitos de abogados y a tanto déspota amparado por el Boletín Oficial.

Y puede ocurrir, señor expresidente, que con tanto aburrimiento, cualquier día la caldera social estalle. Y salgan calientes los aburridos a la calle a levantar los adoquines de obras innecesarias. Y ese día, mi querido expresidente, no nos vamos a aburrir.

Fronterizos. Diario de León (17, enero, 2014)

viernes, 10 de enero de 2014

El invierno de la conciencia

La Camerata Clásica de Ponferrada, un ejemplo de
actividad inútil absolutamente imprescindible

EL otro día estuve escuchando el Concierto para violín y orquesta número 5, una pieza escrita por Mozart cuando aún no había cumplido los veinte años. Con Paula González Cuellas como violín solista, lo interpretaba la Camerata Clásica de Ponferrada, una formación orquestal creada recientemente e integrada por jovencísimos músicos plenos de talento, vocación y ganas, que son las condiciones mínimas para lanzar un proyecto artístico de este tipo en tiempos de desolación.

Dicen los especialistas que esta serie de conciertos fueron compuestos hace más de dos siglos. Mozart quería formarse un repertorio con el que viajar por las cortes europeas y librarse así de las limitaciones impuestas por el Príncipe de Salzburgo, que utilizaba su orquesta como nosotros utilizamos actualmente el Spotify: para escuchar lo que le apetecía en el momento. Mozart reacciona contra este servilismo y toma conciencia de su necesidad vital de libertad para dedicarse a la música que siente en su interior.

La lucha entre el artista y las cortapisas del mercado son tan viejas como el mundo: en el caso de Mozart con su cliente, el Arzobispo de Salzburgo, y con los espacios públicos de conciertos para cualquier músico actual. Pero la expresión artística, el conocimiento humanístico, se enfrentan en estos momentos a barreras que probablemente no existían en tiempos de Mozart y sobre las que ha teorizado el profesor Nuccio Ordine en un ensayo provocadoramente titulado La utilidad de lo inútil.

Advierte Ordine sobre la temible inundación utilitarista que todo lo cubre y que ha tomado en su poder espacios en los que nunca debía haber penetrado. Recortando presupuesto para las universidades, las escuelas, los teatros, las investigaciones arqueológicas o las bibliotecas “se está cercenando la excelencia de un país y eliminando cualquier posibilidad de formar a toda una generación”.

Tenemos, ahora más que nunca, que buscarle la utilidad a lo inútil. A esa inutilidad sobre la que se levanta el pensamiento crítico y es el horizonte que debe inspirar toda actividad humana. En ese modelo de ciudad derrotada por el capitalismo que es Detroit, ha aparecido la curiosa iniciativa de regalar una casa a aquellos escritores dispuestos a instalarse en la que fue capital del mundo del motor y a convertirse en parte activa de su futura comunidad de creadores.

Y en territorios como el de esta provincia, condenados a enfrentarse a una profunda transformación de su sustento económico o a desaparecer, es en ese tejido de lo inútil, en el que se escucha el Concierto para violín y orquesta número 5, donde tendremos que buscar la salida antes de que este invierno de las conciencias acabe por helarnos.

Fronterizos. Diario de León (10, enero, 2014)

jueves, 2 de enero de 2014

Los apuntes de Don Ramón

De como podría haber visto Don Ramón las cosas que
pasan en el Bierzo...

LE dieron permiso en el cielo de los agnósticos a Don Ramón María. Un tiempo breve que el de las barbas de chivo usó en recorrer el país que dejó poco antes de que volviesen sus gentes a la inveterada costumbre de resolver con sangre las disputas de la convivencia.

Observó discretamente y tomó abundantes apuntes el de Arosa. Camino de su pueblo, no sabemos si olvidadas, un puñado de notas dejó bajo un chambergo, en una taberna cercana al puente sobre el Meruelo de Molinaseca.

Cruzando León, setenta años después de aquel pleito con la leonesa que tan caro me salió. Tierra cativa entonces. Pobre, clerical y carcunda. También revirada y altiva. Hay radical novedad en lo tocante al ornato de los pueblos, no siempre afortunada. En lo demás, no parecen haber cambiado mucho las cosas.

Bajando al valle del Sil, que gira aquí para fabricar nieblas en mi Galicia. Territorio propicio para los prodigios. Oigo que por aquí anduvo un cardenal alemán ahora muy mentado. Años antes de ser Papa ya firmaba como Benedicto XVI. Asombro sin fundamento cuando se compara con el tesoro perdido en el muy noble pueblo de Villar de los Barrios: una carta autógrafa de Teresa de Ahumada, nada menos. De su autenticidad da fe la firma manuscrita con la rotunda rúbrica de Santa Teresa de Jesús. Enigmas de estos valles en los que las gentes se ven en futuro.

Más tarde. Continúan los portentos. Cuentan los periódicos, ahora con más ilustración que léxico, de los extraños sucesos ocurridos con unos cuantos miles de toneladas de carbón. Menguó milagrosamente el mineral hasta la desaparición a causa, dicen, del merme natural por las circunstancias climatológicas. Pánico debe dar esta parte del país cuando se pone a llover arrastrando carbón hacia Dios sabe dónde.

Todavía más tarde. El carbón no sólo abrevia por el viento y la lluvia. Parece que hay quien imita al Señor en la montaña y capaz es de vender dos veces la misma partida. Nación maravillosa esta, sin duda.

Tardísimo. Atribulado por la situación decadente del país. Más sucesos inexplicables: en 1929 se tiraban por las ventanas los especuladores arruinados. Ahora son otros muy diferentes los que se quitan la vida mientras los autores de la zalagarda huyen con el botín. Humea el fondo de reptiles, no dan abasto los tribunales, gobierno y oposición gritan sin que los oiga la calle, el busto del Estado se tambalea, se barajan titulares en los diarios de provincias. Max Estrella vuelve a reprochar a Serafín el Bonito su desconocimiento de la historia moderna.

Acabado el permiso, Don Ramón ha vuelto a su parcela celestial. Se ha encerrado con papel y pluma. Alguien ha leído la primera frase de su nueva corte de los milagros: “la Sota de Oros campea por encima del Caballo de Espadas”

Fronterizos. Diario de León (15, febrero, 2013)