martes, 22 de noviembre de 2016

Absurdo, brillante y hambriento

Cuando, en 1920, Valle Inclán publica Luces de bohemia, el sistema político sobre el que se había sostenido el Estado español en el último medio siglo, se estaba cayendo en pedazos.
Muchos lo veían. El gallego manco, que había sido carlista antisistema y devino en republicano ácrata y aristocrático, lo contó en un texto iluminado y trágico que tuvo que esperar medio siglo a ser representada en un escenario. A Valle le había fallado la época: escribió teatro para un público que todavía no existía.
El turnismo partidista de conservadores y liberales, está agotado. La corrupción es galopante en todas las escalas del poder y de su administración. La desigualdad económica se hace insoportable. La mediocridad en el liderazgo político es palpable. La oligarquía dominante es intransigente en la defensa de sus intereses. Las clases desfavorecidas claman, en ocasiones violentamente, por un cambio radical. Las organizaciones obreras recogen el grito social y diseñan estrategias de toma de poder.
Valle fue un gran escéptico que nunca creyó que España llegara a ser un país donde primara la sensatez y el orden. “En ese sentido, el caos actual de nuestro país hace que el esperpento esté más vivo que nunca", sostiene su biógrafo, el profesor Manuel Alberca.
En medio de aquella tormenta perfecta, Don Ramón propone un viaje dantesco al fondo de la noche en un Madrid "absurdo, brillante y hambriento", metáfora de un país que, salvando todas las distancias salvables, que no son pocas, se parece demasiado al actual.
Un país absurdo en el que el talento de nuestros jóvenes es aprovechado fuera de nuestras fronteras en un derroche económico y humano de consecuencias nefastas que hipoteca el futuro. 
Un país donde el brillo lo reservamos para polémicas estériles en las redes sociales, donde se multiplica la estulticia en un patio de comadreo en el que se bate la tortilla de los egos. 
Un país hambriento que condena a un tercio de su población a la caridad, en el que la tarea de los bancos de alimentos ha dejado de ser coyuntural para convertirse en estructural y en el que, en provincias como la nuestra, la losa de la demografía nos indica el camino de la inanidad.
La certera radiografía de la sociedad que le tocó vivir no convierte a Valle en un visionario. Si acaso, nos convierte a nosotros en unos ineptos, incapaces de aprender de los errores.

COMO LAS VACAS AL TREN. El Día de León (30, octubre, 2016)