De como podría haber visto Don Ramón las cosas que pasan en el Bierzo... |
LE dieron permiso en el cielo de los agnósticos a Don Ramón María. Un
tiempo breve que el de las barbas de chivo usó en recorrer el país que dejó
poco antes de que volviesen sus gentes a la inveterada costumbre de resolver
con sangre las disputas de la convivencia.
Observó discretamente y tomó
abundantes apuntes el de Arosa. Camino de su pueblo, no sabemos si olvidadas,
un puñado de notas dejó bajo un chambergo, en una taberna cercana al puente
sobre el Meruelo de Molinaseca.
Cruzando León, setenta años
después de aquel pleito con la leonesa que tan caro me salió. Tierra cativa
entonces. Pobre, clerical y carcunda. También revirada y altiva. Hay radical
novedad en lo tocante al ornato de los pueblos, no siempre afortunada. En lo demás,
no parecen haber cambiado mucho las cosas.
Bajando al valle del Sil, que
gira aquí para fabricar nieblas en mi Galicia. Territorio propicio para los
prodigios. Oigo que por aquí anduvo un cardenal alemán ahora muy mentado. Años
antes de ser Papa ya firmaba como Benedicto XVI. Asombro sin fundamento cuando se
compara con el tesoro perdido en el muy noble pueblo de Villar de los Barrios: una carta autógrafa de
Teresa de Ahumada, nada menos. De su autenticidad da fe la firma
manuscrita con la rotunda rúbrica de Santa Teresa de Jesús. Enigmas de estos
valles en los que las gentes se ven en futuro.
Más tarde.
Continúan los portentos. Cuentan
los periódicos, ahora con más ilustración que léxico, de los extraños sucesos
ocurridos con unos cuantos miles de toneladas de carbón. Menguó milagrosamente
el mineral hasta la desaparición a causa, dicen, del merme natural por las circunstancias climatológicas. Pánico debe dar esta parte del
país cuando se pone a llover arrastrando carbón hacia Dios sabe dónde.
Todavía más tarde. El carbón no
sólo abrevia por el viento y la lluvia. Parece que hay quien imita al Señor en
la montaña y capaz es de vender dos veces la misma partida. Nación maravillosa
esta, sin duda.
Tardísimo. Atribulado por la
situación decadente del país. Más sucesos inexplicables: en 1929 se tiraban por
las ventanas los especuladores arruinados. Ahora son otros muy diferentes los
que se quitan la vida mientras los autores de la zalagarda huyen con el botín.
Humea el fondo de reptiles, no dan abasto los tribunales, gobierno y oposición
gritan sin que los oiga la calle, el busto del Estado se tambalea, se barajan
titulares en los diarios de provincias. Max Estrella vuelve a reprochar a
Serafín el Bonito su desconocimiento de la historia moderna.
Acabado el permiso, Don Ramón ha
vuelto a su parcela celestial. Se ha encerrado con papel y pluma. Alguien ha leído
la primera frase de su nueva corte de los milagros: “la Sota de Oros campea por
encima del Caballo de Espadas”
Fronterizos. Diario de León (15, febrero, 2013)
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