En Lisboa llueve hacia arriba y los raíles de los tranvías forman riachuelos que bajan hacia el Tajo abrillantando adoquines (foto: misiglo.wordpress.com) |
ESTÁ el doctor Ricardo Reis sentado en su habitación del
hotel Bragança, en la Rua do Alecrim. Es 1935 y en Lisboa llueve hacia arriba y
los raíles de los tranvías abandonados forman riachuelos transparentes que
bajan hacia el Tajo abrillantando adoquines. En Lisboa los relojes giran hacia
la izquierda y en los tejados crecen flores humildes y gatos que cantan un fado
triste.
Aquí hay que ponerse gafas de sol bajo el paraguas porque
la luz es intensa hasta cuando llueve. Aquí los trenes se deslizan sobre el
agua que no es río ni mar. Aquí se suben cuestas de hierro y se bajan calzadas
deslizantes que huelen a sardinas asadas.
Aquí vende el mejor bacalao del mundo
el nieto del hechicero que olvidó el lenguaje de la piedra. Aquí bebió el poeta
de los cien nombres y quedo condenado a la inmovilidad del bronce. Aquí los
caniches tocan el acordeón bajo los arcos de imperios desaparecidos y las guías
turísticas son un recuento de cadáveres.
Un recuento ahora incompleto, una lista en la que falta
el hombre paradójico, melancólico y sobrio que murió en la isla de los volcanes
soñando revoluciones pendientes e intentando reducir en un libro la explicación
de un mundo ya inexplicable, caduco y decadente.
Muchos descubrimos con Saramago nuevas razones para amar
un país digno y pobre, pequeño y elegante, atlántico e iberista. Muchos
seguimos encontrando en los vecinos del oeste un tierra cercana y amistosa pero
aún desconocida y despreciada. Muchos hemos subido en tranvía hasta el
Cementerio dos Praceres acompañados por Ricardo Reis, pendiente de las noticias
de la República Española.
El doctor Reis, el último día de 1935, ve llover en
Lisboa, piensa en dioses que no saben nada y ve por la ventana una pareja que
se besa por azar: «esos son los mejores besos, los besos sin futuro». Y desde
la ciudad más hermosa del mundo el nieto del campesino de Azinhaga se despide
con un sencillo até amanhá.
Fronterizos. Diario de León (20, junio 2010)
No hay comentarios:
Publicar un comentario