martes, 17 de diciembre de 2013

Imaginar un Bierzo


Imaginar, de momento, es barato y no paga impuestos
NO es fácil plantearse una alternativa económica a la minería en nuestra tierra. Una alternativa capaz de sostener el empleo o la participación en el PIB en términos similares a los de la actividad sobre la que ha pivotado nuestra vida en el último siglo. Pero como empeñarse en no reconocer que el carbón tiene fecha de caducidad muy próxima conduce inevitablemente a la melancolía, quizá haya llegado el momento de imaginarse un Bierzo sin minería. 

Un Bierzo, por ejemplo, literario. Una tierra capaz de convertir la palabra heredada en riqueza, donde los libros huyan de los anaqueles polvorientos de las bibliotecas e invadan los valles que caen al Sil, donde cada verano se den cita los mejores escritores del mundo y acudan gentes a compartir versos, a escuchar las músicas de un mundo pluricultural ansioso de encontrarse en el otro. 

Sería un Bierzo volcado a la literatura donde encajarían otras artes que transforman las historias en imágenes, en movimiento, en sonido. Sería un Bierzo abierto al mundo, cumpliendo así la misión que el Camino le encomendó hace siglos, donde convivirían lenguas, razas y pensamiento.

Un Bierzo, tal vez, de la memoria. La imaginación creativa de César Gavela ya lo ha sugerido en alguna ocasión en estas mismas páginas. Un Bierzo sobre el que caería la luz de las oscuras historias de los resistentes, de los que no renunciaron a la dignidad y pagaron su desafío con la muerte, con el exilio o con la usura en el recuerdo. Pero también un Bierzo en el que volverían a tener presencia los pueblos malditos que aquí vivieron, a los que expulsamos hace quinientos años y que han conservado en sus apellidos los topónimos de su origen como marca de fuego escrito en el propio nombre.

Un Bierzo verde. Un Bierzo consciente de su riqueza medioambiental, dispuesto a explotarla racionalmente y a transformar la tierra en recursos sostenibles. Un Bierzo que busque ampliar las posibilidades agroindustriales y ganaderas, de bosques umbríos, de ríos sanos, de caminos donde crezca el musgo y sendas hacia cumbres frías y limpias. 

Un Bierzo de la inteligencia, donde las nuevas generaciones puedan devolver en forma de ideas, de proyectos, de iniciativas, la inversión que hemos hecho en su formación técnica y humana. 

Un Bierzo optimista, que reciba un turismo interesado en el hallazgo feliz, en la sorpresa de lo sencillo y natural, en el respeto hacia el patrimonio, la gastronomía y la tierra.

Palabras vacías, pensarán algunos. Visión utópica apegada a lo idílico, dirán otros. Alejado de la realidad, opinarán casi todos. Probablemente no les falte razón, pero el poeta nos enseñó que todo lo que existe ha sido alguna vez imaginado. E imaginar, de momento, es barato y no paga impuestos.

Fronterizos. Diario de León (28, enero, 2011)

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