La provincia entera sufre el estruendo silencioso del cerrado por derribo |
EL mundo se desmorona y nosotros nos
enamoramos. Se lo decía Ilsa a Rick en aquella película lejana en la que un
Bogart más cínico que nunca se reconocía enamorado de una Bergman nunca más
bella, en una ciudad de cartón piedra por la que se movían golfos, perdedores y
nazis.
Casablanca era el relato de unos seres
atrapados en el bucle dramático de la historia. Por aquel plató, que reproducía
un decorado con abundante exotismo de manual, pululaban personajes mezquinos,
comerciantes de miserias y aprovechados de medio pelo. También camaleones con
una enorme capacidad de adaptación, pragmáticos con corazón de hielo y héroes
idealistas dispuestos a poner su pellejo en juego para cambiar el estado de
cosas.
Ahora el mundo, nuestro mundo, se desmorona
y ni siquiera tenemos la posibilidad de enamorarnos de una mujer como la
Bergman y decirle que recordamos cada detalle del día en que nos conocimos: Los alemanes iban de gris. Tú ibas de azul.
No tenemos guionistas a la altura de las
circunstancias y las grandes réplicas las escriben ahora viajantes de stand-up
comedy. Y aunque sin profesionales al frente de la dramaturgia, por nuestra
Casablanca circula el mismo catálogo de personajes que en aquella producción
destinada a engrosar el engranaje industrial cinematográfico tocada por la mano
del ángel de la suerte. Igual de canallas, igual de indignos, igual de
corruptos.
Se desmoronan nuestras ciudades. Se vienen
abajo nuestros pueblos y nuestras comarcas. La provincia entera sufre el
estruendo silencioso del cerrado por derribo con el que el destino escrito por
los mercaderes nos ha castigado. Camina León con paso firme a convertirse en la
Soria del noroeste, mancomunada con los geriátricos sociales que nos rodean por
todos los puntos cardinales.
Aquella insistente comparación
reivindicativa del bercianismo de Tarsicio Carballo, empeñado históricamente en cotejar los servicios
sorianos con los del Bierzo, ha acabado convirtiéndose en el mapa de nuestro
futuro pero a escala provincial. Vamos camino de ser el espacio residual,
envejecido, pobre y pensionado de los países situados en el cuadrante
noroccidental de la península.
Seremos el lugar apto para la añoranza
pastoril, una mancha de humedad en los mapas de la desolación, habitados por
juglares amantes del ripio en consonante. Rapsodas que escribirán romances al menosprecio
de corte y la alabanza de aldea y montarán para los turistas, ávidos del
exotismo que arrojan los lugares arruinados, reconstrucciones historicistas y
mortecinas veladas en tabernas en las que nunca se sentarán Ilsa ni Rick para
darse réplicas, escritas como las de Casablanca.
Vamos camino Soria. Y en ese
lugar no hay lugar para seres complejos como los de Bogart o Bergman.
Fronterizos. Diario de León (22, febrero, 2014)