sábado, 22 de febrero de 2014

Sin Bergman, camino Soria


La provincia entera sufre el estruendo
silencioso del cerrado por derribo
EL mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos. Se lo decía Ilsa a Rick en aquella película lejana en la que un Bogart más cínico que nunca se reconocía enamorado de una Bergman nunca más bella, en una ciudad de cartón piedra por la que se movían golfos, perdedores y nazis. 

Casablanca era el relato de unos seres atrapados en el bucle dramático de la historia. Por aquel plató, que reproducía un decorado con abundante exotismo de manual, pululaban personajes mezquinos, comerciantes de miserias y aprovechados de medio pelo. También camaleones con una enorme capacidad de adaptación, pragmáticos con corazón de hielo y héroes idealistas dispuestos a poner su pellejo en juego para cambiar el estado de cosas.

Ahora el mundo, nuestro mundo, se desmorona y ni siquiera tenemos la posibilidad de enamorarnos de una mujer como la Bergman y decirle que recordamos cada detalle del día en que nos conocimos: Los alemanes iban de gris. Tú ibas de azul

No tenemos guionistas a la altura de las circunstancias y las grandes réplicas las escriben ahora viajantes de stand-up comedy. Y aunque sin profesionales al frente de la dramaturgia, por nuestra Casablanca circula el mismo catálogo de personajes que en aquella producción destinada a engrosar el engranaje industrial cinematográfico tocada por la mano del ángel de la suerte. Igual de canallas, igual de indignos, igual de corruptos.

Se desmoronan nuestras ciudades. Se vienen abajo nuestros pueblos y nuestras comarcas. La provincia entera sufre el estruendo silencioso del cerrado por derribo con el que el destino escrito por los mercaderes nos ha castigado. Camina León con paso firme a convertirse en la Soria del noroeste, mancomunada con los geriátricos sociales que nos rodean por todos los puntos cardinales. 

Aquella insistente comparación reivindicativa del bercianismo de Tarsicio Carballo, empeñado históricamente en cotejar los servicios sorianos con los del Bierzo, ha acabado convirtiéndose en el mapa de nuestro futuro pero a escala provincial. Vamos camino de ser el espacio residual, envejecido, pobre y pensionado de los países situados en el cuadrante noroccidental de la península.

Seremos el lugar apto para la añoranza pastoril, una mancha de humedad en los mapas de la desolación, habitados por juglares amantes del ripio en consonante. Rapsodas que escribirán romances al menosprecio de corte y la alabanza de aldea y montarán para los turistas, ávidos del exotismo que arrojan los lugares arruinados, reconstrucciones historicistas y mortecinas veladas en tabernas en las que nunca se sentarán Ilsa ni Rick para darse réplicas, escritas como las de Casablanca

Vamos camino Soria. Y en ese lugar no hay lugar para seres complejos como los de Bogart o Bergman.

Fronterizos. Diario de León (22, febrero, 2014)

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