domingo, 2 de febrero de 2014

La parábola del colibrí


La gran muchedumbre (Antonio Saura)

LA parábola del colibrí la lleva en repertorio el activista Juan Carlos Monedero quien, en un acto sorprendentemente multitudinario para la costumbre local, presentó hace unos días su último libro en Ciudad del Puente. Una intervención apasionada, documentada, crítica y poco convencional que cerró con el cuento del colibrí.

En el bosque se desata un pavoroso incendio. Los animales huyen espantados buscando refugio. Todos los grandes animales corren alejándose del fuego salvo el pequeño colibrí, que llena su buche de agua en el arroyo y la arroja contra las llamas. Los demás animales le reprochan su temeridad y se burlan advirtiéndole de que una gota de agua no servirá de nada contra un incendio tan enorme. El colibrí les responde: “Ya, pero yo estoy haciendo mi parte”.

Creo que en cada pueblo de este país hay mucha gente haciendo su parte. Su diminuta, puede que insignificante, pero nunca ínfima ni irrisoria parte. Son gente que no sale en los periódicos, a la que ningún medio entrevista y cuya opinión nadie consulta.

Son gente que pone todo el interés en hacer bien su trabajo, ya sea éste apretar tuercas o trasplantar corazones. Gentes cumplidoras que meten hasta el último euro ganado en su declaración de la renta, tienen una cuenta pequeña a plazo fijo, saludan a los vecinos con una sonrisa en el ascensor y sacan tiempo para echar una mano al que la necesita sin pregonar su talante solidario por megafonía.

Esa gente que ha hecho su parte sin mayor lamento, porque siempre ha entendido que así deben ser las cosas, vive desconcertada. A esa gente le cuesta cada día más aplicar la mesura de su existencia ante las toneladas de podredumbre que enfangan lo que creía sólido, ante la desfachatez con la que el poder pone a funcionar su pesado mecanismo para proteger los intereses de una minoría cada día más enriquecida y soberbia.

Esa gente que ha hecho su parte empieza a comprender que no todos han aplicado la misma laboriosidad honrada. Y han salido a la calle. En Gamonal, contra una obra que ahora no toca. En Madrid, contra la privatización de la sanidad. En toda España, contra la cascada de desahucios que deja en la calle a miles de familias mientras seguimos pagando el saneamiento de una banca indigna, mezquina y avarienta.

La gente que ha hecho su parte ha recordado aquellas palabras de Martin Luther King: “cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”. 

Y han comenzado a compartir su preocupación con otros pequeños colibríes que están llenando sus buches para apagar las llamas. Y millones de colibríes con el buche lleno son muchas toneladas de agua.

Fronterizos. Diario de León (31, enero, 2014)

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