Ahí sigue, agonizando, en muy grave estado,
el muerto del carbón (foto: periodistadigital.com)
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JULIO Llamazares lo contó espléndidamente
hace más de veinte años en un artículo en El País que encabezó con un
titular, de extrema precisión en su aparente contradicción, que el novelista de
Vegamián afirma recordar como errata chusca de la prensa provincial: “Sigue
grave el minero muerto ayer”. Un titular solo superado por otro más reciente de
un diario mexicano que resume el resultado de un accidente de tráfico con el
contundente: “Pierde la vida y muere”.
El texto de
Llamazares, publicado a finales de 1991, parece escrito ayer mismo. “Con los
mineros atrincherados en su desesperación y con los empresarios batiéndose en
desbandada o sacándole el último jugo a las minas vendiendo como propio carbón
fraudulentamente importado del extranjero, los políticos siguen cruzados de
brazos y se limitan a decir, como aquel periodista de la errata, que continúa
muy grave un mundo que todos saben que ya está muerto”, dice el último párrafo.
Han pasado más de
dos décadas desde la publicación del artículo de Llamazares. Más de veinte años
han pasado y con ellos al menos tres presidentes de gobierno, no sé cuántos
ministros, cuántos consejeros, cuántos directores generales, subdirectores y
jefes de negociado.
He perdido la
cuenta de los líderes sindicales que han representado a las cada día más
menguadas plantillas en estos años, de los planes de reconversión, directrices
europeas y empresarios de la cosa que han ocupado hectáreas en los papeles.
No
sé cuántos alcaldes, progresistas de derechas o conservadores de izquierdas,
cuántos presidentes de la corporación provincial, cargos de mancomunidades,
cajas, consejos y otros momios públicos han calentado sus respectivos sillones.
No me acuerdo de
cuántas manifestaciones ni de cuántos manifiestos. No soy capaz de aclararme
ante tantas declaraciones solemnes y reclamaciones urgentes, marchas negras,
blancas o coloradas, encierros en el vientre negro de la tierra.
No soy capaz de
sumar cuántas viudas, cuántos huérfanos, cuántos santabárbarabendita entonados con dientes apretados y gargantas rabiosas, cuántos responsos,
cuántas visitas a heridos, cuántas fotos de compromiso compungido, cuánto
bochorno ante las manifestaciones idiotas de cualquier ministro.
No soy capaz de
contar los jubilados de cuarenta años, las mentiras o las verdades a medias,
las consignas ni las promesas incumplidas. No sé siquiera cuántos muertos antes
de estos últimos del Pozo Emilio del Valle, en Pola de Gordón.
En todo este
tiempo, solo he visto una provincia que se ha ido desinflando, perdiendo peso
económico, población, esperanza y hasta capacidad de movilización. Solo he
visto que ahí sigue, agonizando, en muy grave estado, el muerto del carbón.
Fronterizos. Diario de León (1 de noviembre de 2013)
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