El mapa de la Región de Benet, que quiere uno imaginar que empezó a dibujar "en una casa con huerto, cuyos desvanes cobijaban un par de esqueletos", en Ciudad del Puente |
ESTE fin de semana vamos a ponernos a
estudiar los mapas de Región. Vamos a conocer mejor ese territorio áspero y
desabrido, situado en algún lugar de la imaginación de su cartógrafo y primer
ministro, el ingeniero y escritor Juan Benet.
Murió
hace veinte años y con ese motivo la Uned ha organizado unas jornadas por los
dos lados de esta provincia, por donde anduvo hace sesenta años construyendo
canales y embalses. A Ciudad del Puente llegó en 1956. Diez años antes había
comenzado a frecuentar la tertulia de Baroja, en aquella casa de la madrileña
calle de Alarcón donde Don Pío escribía y escuchaba, abrigadas las piernas bajo
una mantita.
Y
quiere uno imaginar qué pensaría aquel joven inteligente, algo petulante, no
sabemos si ya deslumbrado por Faulkner, de esta ciudad de trenes en blanco y
negro, de estraperlistas, comerciantes y hortelanos. Qué pensaría el joven
Benet recién llegado de un norte remoto y democrático sobre una creciente ciudad
del noroeste, como de neorrealismo italiano, con obreros, bicicletas y niños
que miraban la cartelera de los cines.
El
ingeniero vivió aquí tres años. Dice Ernesto Escapa (que hay que ver lo que
sabe el tío de escritura y escritores), que vivió primero en el Hotel Madrid y
luego "en una casa con huerto, cuyos desvanes cobijaban un par de
esqueletos". Sabemos que aquí nace su hijo Ramón, que aquí estudia violín
y descubre una novela portuguesa de Euclides da Cunha en los ratos libres que
le permite su trabajo en los canales de Cornatel y Quereño.
Luego
se traslada a Oviedo y más tarde a León, donde construye la presa del Porma y
empieza la redacción de su novela “Volverás
a Región”, una de las piezas narrativas más luminosas y complejas de la
literatura española del siglo XX, poco apta para degustadores de hamburguesería
literaria.
Pero
queremos saber más. Queremos saber si en ese tiempo ya apuntaba Benet en un
cuaderno los personajes de su teatro, tan extraño, tan moderno para un país tan
antiguo. Queremos saber si llegó a ser usuario de aquella biblioteca pública recién
inaugurada en la calle Ave María, oscura y lúgubre, en la que había más
ausencias que presencias. Queremos saber si ya bebía güisqui o si había
empezado a mover con gracia el hielo del gin tonic. Y también queremos saber
con quién bebía en aquella ciudad tan estéril en lo cultural, a quién le colocaba
citas de Saint Simon o de Jenofonte a las tres de la madrugada.
Por
eso estamos esperando el fin de semana. Para volver a Región y preguntarle al
experto benetiano Paco García Pérez cuándo va a reeditar sus Crónicas del
Bierzo, el libro más hilarante jamás publicado sobre esta comarca en la
que, hace mucho tiempo, vivió un tal Juan Benet.
Fronterizos. Diario de León (25 octubre 2013)
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