El atracador profesional Sutton decía que
los propietarios de bancos pertenecen a
ese grupo de seres a los que se puede robar
sin remordimiento alguno
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ES mayor delito fundar un banco que robarlo.
Yo no sé si William Sutton llegó a conocer esta frase, atribuida a Bertold
Bretch. Ni siquiera sé si conocía la obra del maestro alemán, aunque buena
parte de la leyenda como atracador de Willie Sutton surgió de su maestría, tan
teatral, para el disfraz.
Es más, hasta hace un par de días ni siquiera conocía la existencia de este ladrón de bancos norteamericano que, aunque nunca
alcanzó la estela legendaria de otros bandidos que contaron con la proyección
del cine, actuó con gran provecho en su oficio durante la época de la Gran
Depresión.
Se calcula que entre los primeros años veinte y su detención
definitiva a principios de los cincuenta atracó un centenar de bancos y se hizo
con un capital de unos dos millones de dólares, una cifra modesta para la
delincuencia actual pero de importancia para la época.
Pasó la mitad de su vida en la
cárcel, después de protagonizar algunas fugas espectaculares. Cuando lo
indultaron, a finales de los sesenta, era un viejo enfermo e inofensivo que
había pasado a la historia por una frase que probablemente nunca pronunció.
Se
cuenta que cuando un reportero le preguntó porqué robaba bancos, supuestamente
Sutton contestó: “porque es ahí donde está el dinero”. Al parecer, la lógica
aplastante de la apócrifa respuesta dio nombre a la llamada “ley de Sutton”,
que viene a decir que, a la hora de hacer un diagnóstico, primero debe
considerarse lo obvio.
La modestia de su carrera llegó
al extremo de que cuando el FBI abrió la lista de los diez enemigos públicos
más buscados, Sutton, injustamente, quedó en el puesto once. Solía usar para
sus atracos una metralleta Stein a la que nunca le puso balas, por temor a
herir a alguien. El arma, decía, la usaba porque “solo con encanto y simpatía
no se roba un banco”.
Su detención, en 1952, estuvo rodeada de oscuras
circunstancias. El modesto dependiente de comercio que lo reconoció y denunció
recibió poco después cuatro balazos en el portal de su casa. Aunque se intentó
cargar el crimen al encarcelado Sutton, nadie en Brooklyn se creyó esa
historia.
El
guionista Luis Calvo, que lo conoció en la cárcel, ha escrito que, en opinión
de Willie, “todos los propietarios y gestores de bancos pertenecen a ese grupo
de despreciables seres humanos a los que se puede robar sin remordimiento
alguno ya que ellos roban a todo el mundo”.
Era la opinión de un profesional
del atraco emitida antes de morir, en 1980, sin llegar a conocer los escándalos
en la gestión de nuestras cajas y las sustanciosas indemnizaciones a los
directivos que las han llevado al rescate con pasta de todos los ciudadanos.
Lástima: Sutton fue un tipo honrado en su oficio que no llegó a conocer a sus
colegas españoles.
Fronterizos. Diario de León (4-noviembre-2011)
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