La curiosidad como cualidad que nos permite
investigar, experimentar, aprender...
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OBVIO: “Muy claro o que no tiene dificultad”.
Lo dice la Academia. Pero ya se sabe que en este país nos gusta jugar a la
contra y por eso lo que debiera ser obvio muchas veces se soslaya, al estilo de
lo que dicen que hacía el ensayista
Eugenio d´Ors cuando preguntaba "¿Ha quedado esto claro?. Sí
maestro. Pues oscurezcámoslo".
En la web circula un decálogo escrito por
el gestor cultural catalán About Rafamilan que titula “Cosas que le pido
a un concejal de Cultura” (*). Lo que pide el autor, y que suscribo hasta el punto
de fusilárselo, son cosas muy fáciles de cumplir aunque, precisamente por
obvias, también fácilmente descuidables.
Pese a estar dirigido a un área
determinada, su contenido puede hacerse extensivo a cualquier otro departamento
de la administración política y como en un par de meses tendremos nuevos
responsables de la cosa pública, no cuesta nada difundir estas recomendaciones,
no vaya a ser que alguien tome nota.
About le
pide a un político algo tan básico como que sea honesto y que actúe como siente y piense sin
esconderse en artificios. También le pide que lea, recurso para acercarse al
pensamiento diferente y al convencimiento de que no es necesario estar de
acuerdo en todo para poder trabajar juntos en algunas cosas.
También es bueno
que sea capaz de escuchar, no sólo porque nadie lo sabe todo, sino porque tras
ese gesto se muestra esa actitud tan escasa de ponerse en el lugar del otro. Le
pide además amplitud de miras; que sea capaz de pensar rompiendo límites,
delegando en lo urgente y atendiendo a lo importante.
Riesgo y valentía; apuesta por la
creatividad; capacidad para reconocer el talento y activarlo, son otras
demandas que le pide el bloguero al político. Y, sobre todo, curiosidad, esa cualidad que
nos permite investigar,
experimentar, aprender: pensar desde la mirada de niño que tiene un mundo por
conocer, rechazar el gesto torvo del que cree haberlo visto todo, caldo de
cultivo para la medianía y la mediocridad. Esa curiosidad le permitiría
implicarse en el desarrollo de una ciudadanía más libre y creativa; menos
excluyente y cerrada; más participativa y rigurosa; menos cobarde y encogida;
más comprometida y atenta.
Como los mandamientos divinos, todos estas peticiones se resumen en una:
la primera obligación de un político es hacer política, en el pleno y hermoso
sentido del término, que poco tiene que ver con el degradado concepto hoy
imperante. Mantener el contacto permanente con los ciudadanos, conocer sus
necesidades, impulsar servicios que las resuelvan, priorizar los proyectos que
mejor contribuyan al desarrollo de la comunidad y huir del temible café para
todos, de tan nefastas consecuencias. Hacer obvio lo complejo.
Fronterizos. Diario de León (11-marzo-2011)
(*) http://temptatives.wordpress.com/2011/03/01/10-cosas-que-le-pido-a-un-concejal-de-cultura/
(*) http://temptatives.wordpress.com/2011/03/01/10-cosas-que-le-pido-a-un-concejal-de-cultura/
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