viernes, 6 de septiembre de 2013

Compay


Compay anunció que dejaba la música 
y pocos días después murió




COMPAY anuncia que abandona la música y el verano se oscurece de repente, como con un luto adelantado. 

Compay Segundo deja de cantar a los 96 años y nos sorprende esa re­ti­ra­da en plena juventud como nos sobresaltaría un telegrama al abrir la puerta de casa. 

Creímos en su fórmula de la longevidad (el habano diario, la copa de ron y la dosis de sexo…, todo con moderación) que después confesó en muchas entrevistas, cuando los dio­ses anónimos de la mercadotecnia descubrieron que Cuba era la reserva mundial de la música y se abalanzaron sobre ella como la industria maderera sobre el Amazonas,  pe­ro que nos había pasado con aire de clandestinidad al puñado de fieles que seguimos devotamente su concierto en Ponferrada, puede que ocho años atrás, en un tugurio de acústica asesina y efímera vida comercial abierto en un castillete de cuento del Puente Boe­za.

Fueron dos horas de música, a pie firme, de un cuarteto liderado por un anciano de casi 90 años, más joven que ninguno de los treintañeros que imaginaron aquella noche lo bonita que estaría Pepa con su camisón. 

Luego supimos que en la isla que se estre­me­ce con canciones porque es la única forma de hacer ruido sin acabar en la cárcel había más casos como el de Compay: viejecitos venerables que habían hecho un pacto con Changó y mordían el cuello de las corcheas para alimentarse del soma que les hace vivir eter­namente sobre un piano desvencijado, sobre un requinto manoseado, sobre una ma­ra­ca que percute la ración semanal de pasta de un disciplinado obrero de la Habana Vieja. 

Y ahora Compay nos ha dejado en el abandono y así quedamos: con un mojito en  la mano y, en vez de maldecirle, en nuestros sueños lo colmamos de bendiciones.

Fronterizos. Diario de León. Julio de 2003

No hay comentarios:

Publicar un comentario