Ana Zamora: "nuestra responsabilidad es que todo acto teatral sea un acto político" |
SON algunas cosas que
pasan, pero que no debieran pasar.
A principios de verano, a
la pizpireta alcaldesa de la localidad canaria de Telde le pusieron delante una
alcachofa y, supongo que preocupada la muy ilustre por la cosa de la economía,
no se le ocurrió nada mejor que poner como modelo de situación inviable en su
ayuntamiento el de las bibliotecas."Las bibliotecas no dan dinero y hay
más de catorce personas trabajando en ellas", dicen que dijo la señora
alcaldesa. Y, prueba evidente de que Dios no existe, ni un humilde rayo del
cielo cayó sobre ella.
Ya en este mes
de agosto, con motivo del estreno en Segovia de "Penal de Ocaña", el
último trabajo escénico de la compañía Nao d'Amores, su directora, Ana Zamora,
reflexionaba en una entrevista sobre la responsabilidad del artista en estos
tiempos de incertidumbre social y derrota moral.
Zamora, una de
las más brillantes directoras del teatro español de la última década, autora de
un impecable y premiado trabajo de investigación sobre las formas primitivas de
la escena española, declaró que "nuestra responsabilidad es que todo acto
teatral sea un acto político. Nuestra obligación es intentar cambiar esta
mierda de mundo que tenemos".
Inmediatamente,
el grupo municipal popular de Segovia emitió un encendido comunicado lleno de
dislates sobre un supuesto sectarismo partidista del ayuntamiento al apoyar
(con unas cantidades ridículas, por cierto) a esta compañía. Reivindicaba
además "una cultura que tenga como referencia nuestro ADN, es decir,
nuestra identidad cultural". Mezclar genética y cultura tiene tanto
peligro como combinar ácido nítrico, sulfúrico y glicerina: lo primero genera
nazismo, lo segundo nitroglicerina.
Ambas noticias
tienen en común bastante más de lo que parece. Ambas reflejan no solo un
desconocimiento absoluto de lo que supone la cultura para el ser humano sino un
desprecio por las obligaciones que el Estado y sus administraciones tienen
asumidas por mandato constitucional.
Como las bibliotecas no
dan dinero y hay que cerrarlas, es probable que los redactores segovianos de la
nota no hayan tenido ocasión de leer a Aristóteles, un señor que teorizó mucho
sobre el concepto de política y al que Ana Zamora probablemente conoce bastante
bien a juzgar por sus aristotélicas declaraciones.
Puede ser
también que dado el alto coste de las bibliotecas, se lee poco. Y entonces el
concepto de política se confunde mucho con esa actividad rastrera que consiste
en tomar el poder para tener poder, no para generar estructuras de participación
democrática que favorezcan el diálogo, el conocimiento y la corresponsabilidad
ciudadana en el ejercicio del propio poder.
Son, ya digo, cosas que pasan. Pero que no debieran pasar.
Fronterizos (Diario de León) 24 agosto 2013
Fronterizos (Diario de León) 24 agosto 2013
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