Ciudad del Puente siempre ha sido un
lugar propicio para lo inaudito
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DEBIÓ ser en la década de
los sesenta del siglo pasado. Mientras en el mundo civilizado levantaban
adoquines buscando la playa, fumaban porros en pelotas haciendo el amor con Jimi Hendrix o estudiaban
a los situacionistas de la cultura, en Ciudad del Puente buscaban el Arca de la
Alianza. Y casi la encuentran.
Hace
cincuenta años, Dan Brown no era más que un adolescente de clase media que
empezaba a tocar el piano, Paulo Coelho era un joven calenturiento que leía los
trópicos de Henry Miller con tanta pasión que acabó ingresado en un
psiquiátrico y Erich von Däniken había empezado a ver extraterrestres para
disimular ante el juez que lo acusaba de estafa y falsificación.
El mundo estaba
libre entonces de subliteratura templaria, de manuales de autoayuda con
toneladas de filosofía barata o de historias fantásticas sobre extraterrestres
que enseñaban a los mayas los secretos de la aviación. Por aquí, para evadirse,
los hombres leían novelitas de Estefanía y las mujeres historias románticas de
Corín Tellado, a duro la pieza y a novedad por semana.
Pero Ciudad del
Puente siempre ha sido un lugar propicio para lo inaudito. Y al lado de una
población que se conformaba con el vino peleón de las tabernas, había sujetos
inquietos, de una diletante curiosidad y enorme imaginación. Uno era Luis San
Juan.
Médico de
profesión y poeta con cierta gracia para la sátira, dedicó días y noches a
investigar sobre las ruinas del castillo de la ciudad con tanta pasión como
aquel otro manchego devoraba libros de caballerías. Su única publicación
apareció en 1976, insertada en las páginas de “El camino iniciático de
Santiago”, un volumen precursor de la actual avalancha de lecturas enigmáticas
sobre todo tipo de temas que tantas alegrías ha dado a la industria editorial.
En ella
desarrolla San Juan una ingeniosa, enmarañada y descabellada teoría sobre la
construcción de la fortaleza, proyectada con un plan que dejó marcado en su
arquitectura un mensaje cifrado que permitiría llegar a sus subterráneos
secretos.
“En la taca que
hay en g de la ciudad cava, se sale al escape (o entrada) del gran secreto”.
Ese es el mensaje que le permitió localizar la puerta de entrada a la
misteriosa caverna. Una catacumba en la que “debe encontrarse algo de tanta
importancia como el Arca de la Alianza”, afirma sin parpadear.
Han pasado
décadas. El castillo ha sido restaurado en profundidad sin que se tengan nuevas
noticias sobre esos subterráneos tan propicios para los soñadores y los
visionarios. Pero el gran secreto de San Juan ha dado sus pequeños frutos y,
dentro de unos días, el Arca volverá a hacer temblar los muros de la viaje
fortaleza, aunque sólo sea para animar a la alicaída hostelería del pueblo.
Fronterizos. Diario de León (28-junio-2013)
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