Por aquí bien podría ganarse la vida un detective como Germán Areta. Lástima que se nos haya muerto Alfredo Landa. |
LE asaltó una duda. Fue un asalto limpio, sin armas ni amenazas, pero
suficiente para confundirlo. ¿De qué género literario podría ser Ciudad del
Puente? Pensarán que es una cuestión estúpida pero un asalto es un asalto.
En principio, descartó
la lírica. En ese campo existen en la Comarca Circular poblaciones más competentes.
Difícilmente se podrían igualar los méritos de la Villafranca de nobles
piedras, altos nombres,
huertos secretos y siglos de pizarra, resumidos por
Dámaso Alonso.
Frente a tanto
adjetivo, poco puede hacer el machadiano “Londres, Madrid, Ponferrada, tan
lindos… para marcharse”. Si acaso, algo podría aportar el pueblo a una letra
más bukowskiana, con mucho taco, su
pizca de sexo y su punto de alucinación etílica.
Esta es, sin duda,
una ciudad de novela. Pero con esa conclusión no resolvió la duda. Novela
satírica, folletinesca, costumbrista, picaresca. Tal vez de ciencia ficción.
Por qué no gótica. O de caballerías.
Ciudad del Puente
reúne condiciones para la novela negra, esa respuesta popular del realismo
social al relato de misterio pequeño burgués. Con ella, los crímenes de la
clase alta, investigados por el bien educado Poirot, dejaron paso a callejones lóbregos por los que deambulaban
huelebraguetas llamados Sam o Philip, que bebían güisqui barato y tenían siempre una respuesta cortante con la
que fascinar a las chicas malas.
Por aquí bien
podría ganarse la vida un detective como Germán Areta, ideal para investigar la
desaparición de materiales en la placa ferroviaria. Al fin
y al cabo, Areta conoce
bien la zona: en uno de sus casos rastreó la desaparición de la hija de un
ferretero de por aquí. Lástima que se nos haya muerto Alfredo Landa.
O Julián Fierro, que me da a mi que es oriundo de la parte
de la montaña de León, aunque Noemí Sabugal no aporta muchos datos en la
aventura que este policía taciturno protagoniza en el Madrid pre-bélico de “Al
acecho”. Bien podría Fierro investigar las relaciones entre Victorino y el
ministro Soria. Aunque de momento no hay cadáveres, no se descartan en un
próximo futuro.
También podría ser el paraíso de la novela esotérica, con
alguna trama detectivesca en la que salgan templarios a la caza del cuerno del
alicor que anda buscando Iker Jiménez por el Valle del Silencio. Bien pudiera
el periodista Emilio Ruiz de “La Biblia bastarda” (otro que juraría que
desciende de algún pueblo del valle del Sil), la novela de los hermanos Tascón,
encabezar una historia sobre el secreto, sin duda telúrico, que hace
desaparecer los trenes entre León y Galicia.
Se quedó finalmente con las mismas dudas, aunque también
con una certeza: el destino de Ciudad del Puente está en manos de la
literatura. Le entró entonces una repentina tiritona.
Fronterizos. Diario de León (17-mayo 2013)
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