José Antonio Correa en el homenaje
del Festival de Cine de Ponferrada en 2004
(Foto: Luis de la Mata. Diario de León)
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VAYA por Dios, amigo Correa, fíjate cómo son las cosas: ya te han
fastidiado bien estos chicos del Festival de Cine de Ponferrada, que te
preparan un homenaje como Dios manda, con flores, discursos, emoción y aplausos
y tú, ahí, aguantando, en tu marca, hasta que suene el ¡corten!, con cara de
agasajado feliz.
Quién te lo iba a decir aquellas noches que se hacían días por
la carretera de Molina, cuando me confesabas que nada de placas y besos...,
mejor tu nombre en un callejón sin salida: "Calleja de José Antonio
Correa".
Y las parejas ardientes apurando las horas bajo el rótulo donde
algún amigo complaciente iría a orinar desafiando ordenanza y autoridad. Un
Callejón del Gato, brillante y hambriento, como el Madrid del de las barbas de
chivo que tanto admirábamos en locales húmedos y destartalados, habitados por
uniformes raídos de cuando la patria era un imperio de canciones feas y
correajes.
Pero, ya ves, Pepín, siempre te dije que el futuro no es como nos
los esperábamos sino como nos lo temíamos, que bien lo aprendí del novelista
gastrónomo que preparó su muerte escuchando los pájaros de Bangkok. Y ahora los
del cine quieren que tu pueblo te conozca, que vean tus trabajos en películas
que hablan de anarquistas irredentos y ciudades moralmente tristes, que los
papeles saquen tu fotografía de actor que hizo la huelga del 77 para
reivindicar el descanso semanal y la dignidad de un oficio siempre sospechoso
de herejía.
Total, Pepe, mira por donde vas a pisar la escena del Bergidum como
protagonista, aunque todos hubiésemos preferido verte como maravilloso
secundario, tocando la guitarra en una taberna de los suburbios imaginada por
un escritor que sueña patrias imposibles.
Fronterizos. Diario de León (4-octubre-2004)
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