Fue en Villafranca del Bierzo. El 5 de agosto de 2016. En el Teatro Villafranquino, que tiene el tamaño exacto de las cajas en que se guardan las cosas bellas. Una fecha para recordar.
Allí estaba Milagros Camuñas, recogiendo los restos de su madre, Vicenta
López, y de su hermano, Jesús Camuñas. Cerrando una herida que ha estado
abierta 68 años.
Milagros vivió su niñez en Castañeiras, una
aldea minúscula de los confines del Bierzo, donde dicen que había un yugo de
oro enterrado por los moros. Pero en la infancia de Milagros no había más
tesoros que el cariño de su madre. El yugo de oro de Milagros eran las monedas
que podían ganar cuando bajaba a vender los calcetines que tejía al mercado de
San Antonio, en Villafranca.
En el otoño del 48, Milagros tenía apenas
diez años. En su casa humilde encontraron refugio cinco guerrileros
antifranquistas. Descubiertos por la policía, en la refriega calló un miembro
de las fuerzas armadas. La familia López Digón pagó las consecuencias.
Vicenta López y su hijo, de veinte años,
fueron detenidos. La niña Milagros vio cómo se llevaban a su madre y a su
hermano a la prisión de Villafranca. Nunca pisaron la celda. Amparados en la impunidad
del momento, fueron asesinados a medio camino. El crimen se disfrazó de intento
de fuga.
Los cuerpos fueron enterrados, sin
comunicación a la familia, uno sobre el otro, en una fosa anónima del
cementerio de Villafranca: “el Jesús debajo y la Vicenta encima“, señala el
parte oficial con la delicadeza lingüística habitual de los años oscuros.
Milagros emigró pero nunca olvidó a su
familia asesinada. A su madre le escribió durante años cartas estremecedoras
sin remite. Algunas fueron leídas el 5 de agosto de 2016 en el Teatro Gil y
Carrasco de Villafranca, en medio del silencio y la emoción.
Allí estaba Emilio Silva, cuyo empeño en
recuperar el cuerpo de su abuelo puso en marcha el mecanismo de la recuperación
de la dignidad. Estaba el hijo del alcalde Gabelas, asesinado por representar
la legalidad democrática. Estaba el actual alcalde, José Manuel Pereira, ejemplar en su intervención. Estaba
Juan Carlos Mestre, ofreciendo el testimonio de la revelación poética. Y estaba
Milagros, enterrando por fin a su madre.
El 5 de agosto de 2016 hubo un acto memorable
en Villafranca. Cuando se acaben de hacer 117.000 actos como ese, el nuestro
será un país más habitable.
COMO LAS VACAS AL TREN
(El Día de León, 14, agosto, 2016)
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