Francisco Puente Falagán, primer alcalde republicano de Ponferrada |
SON tres páginas
mecanografiadas, fechadas el 20 de noviembre de 1934. Las firma el Inspector de
Vigilancia Municipal de Ponferrada y se las envía al Teniente-Juez de la
prisión que entonces funcionaba en la ciudad, actualmente sede de Museo del
Bierzo. Se usa en ellas un lenguaje administrativo no exento de florituras
propias de la burocracia de la época, con mucho “tengo
el honor de manifestar” y mucha “Vuestra Señoría”.
El
contenido estremece y huele a condena sin juicio previo, a un tiempo mezquino
en el que el dedo acusador se amparaba en el más pútrido ejercicio del poder y en
el que una arbitrariedad anónima te enviaba al paredón, te sentenciaba al
ostracismo o te penalizaba de por vida. Es un documento que apesta a un tiempo
oscuro. A un tiempo lejano y superado.
El
firmante presenta un informe sobre la conducta de tres ciudadanos que parece obtenido
después de evacuar consultar en las covachuelas de la ciudad, mitad cotilleo,
mitad mezquindad. Menciona los antecedentes de los detenidos, seguramente a
causa de los sucesos de octubre de 1934, que tajantemente “son de
todo punto desfavorables”.
Del primero “se dice que fue
expulsado hace unos años de la República Argentina y al llegar a España fue
detenido en Cádiz por incitar al personal del barco a sublevarse durante la
travesía; desde su llegada a esta ciudad, siempre ha exteriorizado ideales
comunistas, que era su única ocupación ya que no se le conocen medios de vida”.
El segundo hace “vida licenciosa,
viste bien y frecuenta durante las noches establecimientos de vida alegre
haciendo gastos que están en absoluta desproporción con los ingresos que se le
conocen, ya que dicho sujeto aunque es barbero es escasísima su clientela y
trabaja tan solo algunas horas de los sábados”. También se le acusa de que “con
frecuencia insulta a los serenos, haciendo en sus conversaciones constantes
alardes de ideas abanzadas (sic)”.
El tercero “desde que reside en esta ciudad, hace muchos años, fue siempre
jefe del Partido Socialista”. Un grupo, por cierto, plenamente legal en ese
momento e incluso antes, durante la dictadura de Primo de Rivera. Pero, además,
es “vago de profesión, pues nunca se le han conocido medios de vida ni dedicado
a trabajo alguno, sino entregado constantemente a propagandas sediciosas entre
el elemento obrero, incitándole a constantes huelgas y pregonando la
destrucción de la Guardia Civil, sujeto de todo punto indeseable”.
Este vago e indeseable era Francisco Puente Falagán, primer alcalde republicano de Ponferrada, cuya renovadora gestión fue zancadilleada
por sus propios socios republicanos.
Es un
documento que apesta a un tiempo oscuro y cruel. ¿Un tiempo lejano y superado?
Fronterizos. Diario de León (22, agosto, 2104)
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