DÍAS de santa pasión, de
papones y paraguas, de corros de chapas rebajados por lo fiscal a
entretenimiento arriesgado, apartado del lumpen sabroso y transgresor de la
clandestinidad.
Días para leer a moralistas muertos que escribieron cuando Cristo andaba paseando su esquizofrenia por el mundo. Leer a tipos como Séneca, que llegó a la conclusión de que la religión es lo que la gente común ve como cierto, los sabios como falso y los gobernantes como útil.
Días para leer a moralistas muertos que escribieron cuando Cristo andaba paseando su esquizofrenia por el mundo. Leer a tipos como Séneca, que llegó a la conclusión de que la religión es lo que la gente común ve como cierto, los sabios como falso y los gobernantes como útil.
Días que tienen algo de espejismo en los que Ciudad del Puente parece estar viva otra vez, como en otro tiempo lo estuvo.
¿Os acordáis de cómo era Ciudad del Puente cuando estaba viva? ¿Recordáis los comercios abiertos, las colas en los restaurantes, los suelos de las tabernas alfombrados de cáscaras de mejillones, las risas despreocupadas de las gentes que pagaban su hipoteca aunque nunca hubieran leído la letra pequeña?
Te encontraste estos días al Optimista de Ciudad del Puente después de varias semanas sin saber nada de él. Le hicieron, te contó, una propuesta de trabajo. La denominada "oferta Mariscos Recio". Un contrato con un horario "normal para media jornada: doce horas diarias".
También le preguntaron si querría cobrar desde el primer día. "No, hombre, hasta que no me veas con cara de hambre no te preocupes por esos detalles", le hubiera contestado Gila. El Optimista es persona reflexiva y ocurrente, pero no tiene el talento de Miguel Gila para las réplicas.
El Optimista ha vuelto al lugar más concurrido de la ciudad y en la Oficina del Desempleo se ha encontrado con algunos concejales, con uno que hasta hace unos días fue alcalde y con varios empresarios que ofertaban a precio de risa las llaves de su Bugatti.
Pero nada puede con él. Ahora dice que la movilización popular es lo único que nos puede socorrer del despropósito de este mundo al revés en el que hay que salvar a unos pocos a costa de hundir en la miseria a casi todos, en el que los partidos tradicionales se derrumban a derecha e izquierda y en el que la desfachatez se ha convertido en norma.
Ha recuperado del fondo del baúl los vinilos de Quilapayún y de Víctor Jara. El pañuelo palestino debió perderlo en algún traslado. Tampoco encuentra los libros de Noam Chomsky pero recuerda alguna de sus sentencias. Como aquella de que “la gente no sabe lo que está sucediendo y ni siquiera sabe que no lo sabe”. Ahora, dice, la gente ya empieza a saber lo que ha pasado y si hay que importar modelos como el del escrache no es más que como autodefensa.
Cuando hasta el propio Optimista se pone filoetarra, piensa uno, es que la espoleta de la bomba social ya está encendida. Y entonces, puede que los días de Pasión no se acaben el Domingo de Resurrección.
Fronterizos. Diario de León (29-3-2013)
Al menos, querido Miguel, nos quedará el consuelo de la amistad en el huerto epicúreo de nuestras ensoñaciones. Salud.
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